Hubo un tiempo que no existió para Marina


Saul Leiter
Hubo un momento en que el tiempo no existió en la vida de Marina y resulta que hoy a las tres está aquí.

Ahora.
- Hola Marina, ¿qué tal estás?

Una puerta se cierra con fuerza bruscamente y después no se escucha más nada. El silencio vuelve a calmarla. A debilitarla.

A atontarla.

A cegar a Marina que pensaba que iba a durar un mundo las cosas bonitas y ahora lo hecha en falta. A todo echa en falta. Echa en falta ese aire fresco cuando no hay tiempo. Cuando todo es cálido, cuando no tiene necesidad de empujarse con placebos al balcón de los sueños postizos. Cuando no tenía miedo a no tener miedo. Cuando podía tragarse la pared de frente y atravesarla. Verse. Verse en cinco años. Verse en 10 haciendo lo que más le gusta, pero ya no puede.

Marina se ató al renglón de un pedazo de papel blanco y se le borraron las tentaciones y lo que ella quería escribir. Lo que ella quería inventarse. La vida que quería vivir. Los caminos que quería andar. Las luces que quería encender. Los sabores que quería probar. Las voces que quería escuchar. Los olores que quería probar.

La adrenalina tonta que viene después del susto que llega justo 20 segundos después de haber decidido cambiarlo todo por animarse a ir más allá del límite que alguien una vez le marcó pero se dejó secuestrar por los deberes.

Los relojes, los tratados y los pactos contractuales que alguien escribió de nuevo por Marina y Marina no leyó y aceptó porque un día se confundió. Confundió seguridad con estabilidad cuando su estabilidad siempre había sido el caos de querer cambiarlo todo.


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