Besos para Marta

Durante más de dos años, casi cuatro, pensó que después de los 30 y a los 40 ya no se dan besos. Ni uno. Ni en la frente. Que se olvidan. Pero tenía que pasar algo y Marta no pudo disimular que lo andaba buscando. Sintió la estática en la piel y también la de él. El estomago duro. El aire denso. La cabeza en la luna y ganas de llorar. Ganas de llorar por un beso. Un beso que la deje sin aire. Que la lleve a la luna despacito. Suavecito. Con sabor. Un beso que la enamore de nuevo, que se vuelva a enamorar de ella. De la Marta que había olvidado, de la mujer que colecciona besos cuando los besos son más que caricias.


No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...