Algo pasó con Carla

Carla se despertó ayer a las siete de la mañana y aunque repitió la rutina que sigue de lunes a viernes, una sobredosis de ingesta de cafeína le provocó una alteración explosiva que la sacó de su lugar. Primero fue en la corriente sanguínea, la sangre se le aceleró más de la cuenta y siete segundos después, las glándulas suprarrenales se le dispararon con una propulsión capaz de imprimir la aceleración de la adrenalina a niveles nunca antes registrados en los riñones de Carla. Tal fue la potencia de aquella propulsión simple y a base de cafeína, que Carla increíblemente se electrocutó con la taza de café justo después del último sorbo y antes de apoyarla sobre la mesa de la cocina. Nadie se percató de lo sucedido excepto por Carla, quien impresionada abrió más de lo que habitualmente abre los ojos y respiró con profundidad, evitando y sin saberlo un posible ataque de pánico. Aunque su cara permanecía inmutable frente a la taza de porcelana, por debajo de sus pupilas dilatadas otra era la procesión que estaba teniendo lugar. Centímetros por debajo de la cabeza de Carla y detrás de la corteza pre frontal, el golpe de energía provocó en sus neurotransmisores un cortocircuito tal, que afectó a todo su sistema nervioso, devolviéndole sin contraindicaciones las ganas a moverse. Un hecho inaudito y con consecuencias revolucionarias para la tranquila vida de Carla, a quien desde ayer el cuerpo le pide a gritos ocupar un lugar distinto del que ocupa. Sin embargo no fue hasta esta mañana y después de dar vuelta y vuelta en la cama, que tomó su decisión. Bien podría haber elegido empezar a desayunar café descafeinado, pero algo pasó con Carla. Su última transacción bancaria dejó en números rojos su cuenta, su jefe no tuvo tiempo de reclamos y nadie en el barrio le volvió a ver el pelo excepto por sus amigos que todavía no se lo creen. No fue hasta tres meses después de lo sucedido cuando recibieron una postal de Carla, que finalmente se reveló lo sucedido: He montado una pequeña cafetería y el azar me trajo a Djibouti. Pensar que todo comenzó en mi cocina. La rutina me ha quedado chica, decidí romper con todos los buenos hábitos adquiridos y buscarme algunos malos y grandes vicios resplandecientes.

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