Cuando Marito se hizo mujer

Marito Rubén tenía 45 años, separado y padre de dos niños, cuando decidió hacerse mujer. A finales de los ´70 conoció a Claudia en la universidad, se pusieron de novio y 5 años más tarde se casaron en Luján. Primero nació Pablo y dos años después Manuel por cesárea.
Trabajó hasta la crisis del 2000 en una de las oficinas que tiene el Tesoro Nacional en la calle Maipú. Estuvo desocupado casi un año hasta que entró en una inmobiliaria como encargado contable. En ese período de seis años se separó de Claudia, dejó la casa que compartían en Velez Sarfield y se alquiló un monoambiente en pleno centro porteño, a unas siete cuadras de la oficina.
En la inmobiliaria conoció a Esteban, 24 años más joven y con una tendencia homosexual definida a los 13, cuando tuvo su primera relación sexual con el portero del colegio.
Esteban era oriundo de La Rioja, y había cambiado la provincia por la capital para poder ser sin prejuicios. Primero trabajó en Mac Donalds, estuvo conviviendo con Rodrigo casi dos años y ahora vivía solo, en Belgrano.
Marito no es que había tenido sus dudas, pero fue Claudia quien sin dudas le hizo dudar de sus preferencias sexuales (fue la conclusión del terapista 10 años después). Cuando se casó, Claudia tenía una figura cuyo contorno dibujaba 50 kilos de mujer agraciada. Después del segundo embarazo había engordado exactamente 32 kilos. Intentó bajarlos. El tema para Marito no eran esos kilos de más, sino el desgano que Claudia tenía para con ella, que le había cambiado hasta el humor.
Claudia podía estar 5 días sin bañarse, una semana con la misma ropa interior. Se depilaba las piernas cuando su hermana Inés venía a visitarla, y la obligaba. Tenía el pelo descuidado, no solo desteñido sino con caspa; y Marito creyó ver una vez piojos caminando en la cabeza de su esposa. Prefirió no comentarle nada porque así era la relación, Marito era el sumiso y Claudia la del temperamento fuerte.
Claudia no trabajaba. En realidad nunca trabajó. Se recibió junto con Marito de contadora en la Universidad de La Plata, pero se dedicó a los quehaceres domésticos. Después a sus hijos y ahora a nada. Ni siquiera limpiaba la casa, Marito tuvo que contratar a Estela para que vaya tres veces por semana: los lunes, miércoles y viernes a limpiarla, cocinar y uno de esos días solamente planchaba.
Había sido Claudia quien sacó a patadas a Marito de la casa cuando tuvo uno de esos ataques de mal genio. Pensó que este iba a volver arrastrado como siempre, pero se fue a la casa de un amigo, y no volvió más.
Cuando Esteban invitó a Marito a cenar no habían intenciones de por medio, fue la típica reunión entre dos compañeros de trabajo. El tema fue que esto se hizo continuo y a Marito verdaderamente le gustaba la manera que tenía Esteban de agasajarlo. No estaba acostumbrado a tal buen trato, que bien Marito sabía era delicadeza femenina pero en envase masculino.
Creo que Marito quedó atrapado sin darse cuenta. Todos los lunes cenaban en lo de Esteban, los miércoles iban al cine porque la entrada estaba a mitad de precio, los jueves a clases de salsa en San Telmo, y los viernes Esteban cenaba en el piso de Marito y si se hacía tarde dormía en el sofá.
Cuando Marito se compró un auto nuevo, se fue de viaje con Esteban a Misiones. Marito manejaba, Esteban le cebaba mate y le daba conversación para que no se quede dormido. Primero Misiones, después viajaron a Bariloche, Córdoba, La Puna y el verano pasado se fueron a Cancún con un viaje que se había ganado Esteban en la fiesta de fin de año de la empresa.
Esteban ejercía en la vida de Marito el papel clásico de una mujer enamorada. No se si Esteban lo estaba pero daba esa sensación. Fue recién al año que Marito comenzó terapia recomendado por Irene, la hermana de Claudia con quien mantenía un estrecho contacto. Después de unas 20 horas de terapia Marito se dio cuenta que quería depilarse las piernas y axilas, maquillarse la barba, dejarse el cabello hasta la altura de los hombros, ponerse falda y ser mujer.
Tanto Esteban como Inés lo acompañaron en el cambio. No fue brusco sino que duró unos dos años hasta que Marito dejó de ser Marito y pasó a llamarse Marita. Pablo y Manuel empezaron también a hacer terapia y ninguno de los dos todavía acepta ver a su padre con falda y maquillaje. Esteban decidió volver a La Rioja y montó un restaurante que fue catalogado la semana pasada por el diario Clarín, como uno de los más elegantes de esa provincia. Vive en pareja con Marcelo. Claudia, después de enterarse que Marito se había hecho mujer, entró en una profunda depresión y perdió 40 kilos. Se recuperó y ahora va al gimnasio tres veces por semana y a la peluquería todos los sábados por la tarde. También toma clases de pintura y se depila cada 20 días las piernas, axilas y el cavado.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...