No soy espíritu

Si no soy espíritu como vos. Y tuve siempre la maldita costumbre de arrastrarme por el suelo como víbora para encontrar tus huellas en mil caminos, sabiendo que tal vez tenias alas. Y aún cuando sentía mi sangre en las rodillas y me cortaba las manos con piedras para verte en rincones, acostada con la arena en las narices te buscaba por la tierra y me conformaba con el tiempo y la espera de un reloj con raíces.
Enterrada siempre en barro, desde el fondo donde el fuego es principio, broto desde un agujero salado mi cuerpo de mujer con sed de tus manos.
Fuertes deseos de sentirte en mi cuando buscaba tu agua en mil ríos, pude olerte mil años antes, aún cuando no habías nacido, aun cuando no habías existido.
Mis brazos duelen, de rodillas, desnuda, con arena y barro, mojada y siempre seca, tejí tu foto en mi piel con tinta de oro en siete sueños para reconocerte al verte.
Y pense todas las noches tus labios sobre los míos, tu lengua en mi saliva y mi lengua en tu boca. Tus dedos entre los míos, tus ojos en mis defectos, tus gemidos en mis oídos, tu calor en mis latidos, tus miedos en mis caricias, tus placeres entre mis sábanas.
Tu peso sobre mi cuerpo.
Lamí de tu espalda mi barro y te ate con palabras a mi cama. Roce tu pierna con mi cintura, me arrastre de a poco a tus pies y me deje caer desde el abismo hasta encontrar tu locura. Te regalé un libro de placeres, y te bese de a poco la sombra, busque escalofríos y te los regalé. Adrenalina de mis manos, caricias en tus poros, me excité cien veces con tan solo tenerte.
Transpiración contra transpiración, bese sal de lagrimas de tus ojos, y busqué tus vanidades y sensaciones para no perderte. Te di mi cuerpo de barro, gastado y lastimado, mis caricias oxidadas, necesidad urgente de tocarte, mil años esperándote.

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